Conocemos por salud el estado en el que la persona se encuentra en completo “bienestar” tanto físico como mental. Las personas consideramos que disfrutar de nuestro bienestar es imprescindible para poder gozar de un buen estado de salud pero esta situación es fundamentalmente subjetiva, porque nos hacemos las siguientes preguntas: ¿Cuándo disfrutamos de bienestar? ¿En qué momentos? ¿Qué circunstancias han de darse en nuestro entorno para que esto sea posible? .
Si nos referimos al bienestar físico, sabemos que en los últimos años ha aumentado mucho la esperanza de vida, pero… ¿De qué nos sirve vivir muchos años si no tenemos calidad de vida? En cuanto a la parte física, entendemos que el bienestar y la calidad viene determinada por la ausencia de enfermedades y dolores o trastornos. En este sentido, es una realidad que el ejercicio físico y una dieta equilibrada contribuyen a aumentar nuestro bienestar para que podamos vivir no sólo muchos años sino también disfrutar todo ese tiempo plenamente.
En cuanto al bienestar mental y emocional, tenemos una actitud muy diferente. Por mi experiencia, me he dado cuenta de que algunas personas tienen tendencia a resignarse y esperar a que las situaciones que nos duelen desaparezcan como consecuencia de no pensar. Suelen buscar otras vías de escape como mantenerse ocupados mientras pasa el tiempo, sin darse cuenta de que es la actitud y la voluntad de afrontar ese cambio lo que nos proporciona las respuestas y nuestro proceso de desarrollo y crecimiento o de estancamiento. El primer paso sería escucharse y los siguientes responsabilizarse y pasar a la acción.
En relación al terreno profesional y buscando aplicar estas herramientas al ámbito laboral, veo cada día personas a las que su actividad profesional afecta de forma negativa a su bienestar físico y emocional. En ocasiones, porque hay afecciones directamente relacionadas con la postura y las condiciones ambientales en el puesto de trabajo y en otras ocasiones porque hay situaciones de nerviosismo, presión, estrés, irritabilidad, dificultades en la comunicación… que provocan cansancio, agotamiento, dificultad de concentración, insomnio y otros síntomas que disminuyen la calidad de vida del profesional.
Entonces, ¿Qué podemos hacer para mejorar el bienestar del trabajador en una organización?, hay estudios que acreditan que los trabajadores valoran:
– El ambiente y las relaciones con los compañeros.
– La seguridad económica y el horario.
– Sentirse valorados y motivados en el trabajo.
En definitiva, la satisfacción y el bienestar de los trabajadores repercute directamente en la eficacia y en la productividad. El desarrollo de estas habilidades implica a toda la organización y se basa en la idea de que si sentimos que el proyecto que estamos desarrollando en la organización cubre las expectativas del trabajador, éste dará lo mejor de él mismo, aumentará su rendimiento y la productividad en beneficio de la empresa.
Es por eso que fomentar una cultura organizativa basada en mejorar la calidad de vida de los trabajadores y su bienestar, produce beneficios directos en la empresa.